La macrobiótica y los grupos de alimentos

La alimentación macrobiótica se distingue por tener en cuenta el efecto que tienen los alimentos en cada persona. Cada uno tiene unas necesidades concretas y una condición que puede variar con el tiempo. La macrobiótica tiene en cuenta todos esos aspectos y adapta nuestro estilo de vida para cubrir nuestras necesidades. En este sentido, la dieta macrobiótica distingue diversos grupos de alimentos que se combinan en diferentes proporciones según las necesidades de cada persona. 

Estos grupos son:

 -       Cereales integrales: Son básicos porque regulan los niveles de azúcar, sacian, reducen toxinas, estimulan el tránsito intestinal, son ricos en vitaminas y minerales y reducen el colesterol.

-       Verduras: Es importante comerlas a diario porque mantienen nuestro cuerpo fuerte y resistente a las enfermedades.

-       Alimentos fermentados: Una pequeña cantidad en cada comida estimula la flora bacteriana y mejora la digestión. En macrobiótica se opta por los fermentos vegetales, como encurtidos, miso o tempeh.

-       Legumbres y derivados: Combinadas con los cereales ayudan a obtener las proteínas necesarias para nuestras necesidades. También regulan el azúcar y son muy recomendables para los diabéticos.

-       Pescado blanco: La comida macrobiótica no es vegetariana, pero promueve la reducción al mínimo de alimentos de origen animal, y el pescado blanco es el que digerimos mejor.

-       Algas: Son un “súper-alimento” por ser ricas en minerales y muy recomendables para personas con anemia u osteoporosis.

-       Condimentos: En macrobiótica se opta por los fermentados como la salsa de soja y se evita los que tienen un sabor muy intenso porque ralentizan la digestión.

-       Oleaginosas: Los aceites vegetales, semillas y frutos secos proporcionan grasas saludables, aunque hay que consumirlos de forma moderada.

-       Frutas: En macrobiótica su consumo es moderado por su alta cantidad de azúcares que hace difícil la digestión de los cereales integrales.

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